Formar parte de un programa de intercambio, como la beca Erasmus, o estudiar un máster en una universidad neerlandesa es una de las razones por las cuales las personas migrantes llegan a los Países Bajos. Por lo tanto, a menudo el contacto con la universidad y su sistema de trabajo supone el primer acercamiento que tenemos al país.
Experimentar, preguntar y aprender
Este fue también mi caso. Decidí venir a Países Bajos a estudiar el máster que desde hacía mucho tiempo había querido realizar. Para muchas personas, los precios más o menos asequibles de los másteres en las universidades públicas neerlandesas es lo que más nos atrae. Pero no es sólo el precio. Los estudios de posgrado de las universidades de investigación del país son conocidos, además, por su rigurosidad científica y la calidad de su enseñanza. No en vano, con lo primero que me encontré en mi programa de estudios fue con la gran cantidad de artículos científicos que teníamos que leer y sobre los que debíamos reflexionar. Yo me esperaba, al igual que durante la carrera en España, una clase donde el profesor habla y los alumnos toman apuntes. Esos apuntes son los que luego hay que estudiarse para el examen. Por lo tanto, eran los docentes la principal fuente de conocimiento y transmisión del mismo. Este es el sistema y método de estudio al que por lo general las personas que venimos de una universidad española estamos acostumbradas: horas y horas de escribir casi automáticamente, poca participación por parte de los alumnos y apenas nula interacción con el profesor. Personalmente supuso un enriquecimiento como persona, estudiante y profesional el hecho de tener herramientas nuevas en las que basar mis intervenciones. También aprendí lo que es ¨la estructura¨ de la forma más dura: suspendiendo un trabajo en el que, aunque había puesto mucho esfuerzo, le faltaba ese ¨hilo rojo¨ que debe unir las piezas de un ensayo como si fuera un traje de alta costura. En ese momento lo descubrí, y en ese momento empecé a experimentar, preguntar y aprender.
El ritmo y el método en las universidades de Países Bajos es algo distinto. En sus universidades es altamente valorada la participación de los estudiantes y el debate sobre los temas tratados es parte esencial de las lecciones. De hecho, son los distintos puntos de vista que se tratan en cada tema lo que conforma la esencia de lo que se aprende. Recuerdo que me costó mucho adaptarme a este cambio y empezar a levantar la mano para expresar una opinión, aportar un punto de vista alternativo, o simplemente preguntar algo. Estas eran acciones a las que, simplemente, no estaba acostumbrada. Requerían salir de mi zona de confort y enfrentarme a esos pensamientos que habitualmente aparecen en estos casos: ¿será una pregunta tonta?, ¿me entenderán?, ¿pronunciaré bien las palabras? Porque no hay que olvidar que, a todo esto, se añade el hecho de estudiar, hablar y escribir en un idioma que no es el nuestro, el inglés. Experimentando estos momentos supe observar y aceptar mis pensamientos y sensaciones, fueran las que fueran. Supuso un gran esfuerzo por mi parte el hecho de ser capaz de no tomarme mis pensamientos demasiado en serio. Aprendí, poco a poco, que mis pensamientos no eran ¨la realidad¨ y a levantar la mano y hablar, aunque me sintiera nerviosa o insegura. Aprendí, por lo tanto, a no quedarme con nada que yo necesitara expresar, ya fuera esta una opinión, una pregunta o una aportación.
¨Todo va demasiado rápido¨
Si bien es cierto que no todos los programas tienen horas presenciales de clase cada día de la semana, lleva un tiempo para el estudiante foráneo darse cuenta de que los días en los que no hay clase presencial son días de estudio igualmente. No en vano, cuando comencé mi máster aquí me extrañó mucho encontrarme con que sólo tenía clase dos o tres días a la semana. Había semanas en las que sólo tenía cuatro horas de clase presencial.
Hasta que llega el día en que un profesor pone como tarea leer cinco artículos para la próxima clase, y
uno se da cuenta del verdadero significado de lo que creía que eran ¨días libres¨ que en realidad no lo son.
Actualmente colaboro con el equipo de psicología de una gran universidad neerlandesa, y he podido percibir que la gran mayoría de los estudiantes no-neerlandeses también perciben estas diferencias. Uno de los aspectos más difíciles es el aumento del ritmo de trabajo. Mientras que en las universidades españolas los períodos lectivos son más largos, en Países Bajos hay seis períodos que pasan muy rápido, que se llenan de trabajos tanto individuales como en grupo además de exámenes presenciales y de los conocidos como ¨take home exam¨, o examen a completar en casa. La mayor brevedad de los períodos lectivos hace que las tareas parezcan el doble de lo que en realidad son debido a que hay que realizarlas en menos tiempo. Por ejemplo, muchos estudiantes internacionales se preguntan cómo es posible leer y comprender cinco artículos en una tarde. Es importante destacar aquí la importancia que tiene preguntar y apoyarse en compañeros de clase holandeses que han desarrollado su educación en el país y saben lo que se espera del alumno, aunque para ellos sea igual de difícil completar las exigencias del programa educativo. Como decía, poder contar con estos compañeros hace que podamos acceder a información con la que no contamos acerca de lo que se espera de nosotros como alumnos.
En el caso de la lectura de artículos, por ejemplo, fue así como entendí que lo que se espera de los estudiantes es que seamos capaces de sintetizar la información y de comprender la idea principal de la información que se nos da. Además de eso, es importante que nos formemos una opinión y seamos capaces de desarrollar nuestro propio punto de vista sobre el tema a tratar. No nos olvidemos que preguntar y pedir ayuda es importante cuando nos encontramos en un sistema que no entendemos.
La importancia de una buena planificación
Todos estos aspectos educacionales diferentes y que a muchos nos resultan difíciles de cara a la adaptación, conforman lo que he dado en llamar el ¨choque educacional¨ al llegar a la universidad holandesa. Este choque da lugar en algunos casos a:
– Preocupación excesiva por el desarrollo del curso.
– Problemas para dormir.
– Falta de concentración.
– Pérdida de motivación.
– Sensación de ¨estar desbordado¨.
– Procrastinación.
Como consecuencia, nuestro rendimiento académico se puede ver también afectado y por lo tanto perpetuar una sensación de ineficacia que nos hace replantearnos, incluso, las razones por las que decidimos venir a estudiar a los Países Bajos. En los casos en los que nos sentimos desbordados por la cantidad de trabajo que tenemos, es muy útil planificarnos la semana respecto a las tareas y su prioridad. De esta forma, si tenemos claro el número de tareas y cuál es su orden de importancia podemos realizarlas cada una a su tiempo, una a una, sin tenerlas todas mezcladas en la cabeza. Y es que a menudo pesa más ¨la sensación de tener muchas cosas que hacer¨ que el número real de las tareas que tenemos que hacer.
Como ya he comentado en anteriores artículos, tener claros los valores que nos llevaron a estudiar aquí en primer lugar, tener claras esas direcciones vitales que sirven al objetivo de obtener un máster, ayudan a mantener la motivación necesaria para el estudio. Además, unas sanas rutinas alimentarias y de sueño influyen de manera decisiva en el rendimiento. La práctica de deporte y meditación también contribuyen a este respecto. No hay que olvidar la vida social y de ocio en el tiempo libre, como apuntarse a viajes en grupo ofrecidos por las asociaciones de la universidad, por ejemplo. Es muy importante recordar que el auto cuidado no es un premio, no es una recompensa, es una necesidad y casi una obligación que tenemos para con nosotros mismos.
Por último, hay que tener en cuenta que el sistema universitario es diferente, y por lo tanto la forma de trabajo es diferente. Aunque la mayoría de las universidades holandesas están tomando cada vez más en cuenta las necesidades de adaptación de los estudiantes internacionales al sistema neerlandés, aún se necesita más esfuerzo en pos de una mayor flexibilidad que cuesta trabajo implantar en un sistema conocido precisamente por su rigurosidad y su exigencia. Por lo tanto, demanda por nuestra parte una conciencia de la diferencia, conocer lo que se espera de nosotros y pedir ayuda y/o guía a nuestros compañeros y profesores cuando lo necesitemos.