Desde que la casa se ha convertido en el espacio vital en el que acontece casi todo, la única manera de salir a explorar es a través de la pantalla, si la imaginación ya no da de sí. En pocas semanas, los hispanohablantes que viven en Holanda han visto cómo, de pronto, la oferta cultural en español y desde su propio país se ha multiplicado: películas de acceso gratuito, visitas virtuales a museos, talleres para niños de todo tipo… De repente Holanda corre el riesgo de quedar relegada a un segundo plano, de que solo la palpemos durante las escasas salidas para tomar el aire o hacer la compra, mientras la vida discurre tímida y ralentizada. En Gaceta Holandesa nos hemos propuesto volver a traer la cultura holandesa a casa, a través de pistas para disfrutar de lo más apreciado de ella, desde sus flores frescas y la afición por las tarjetas postales hasta los mejores restaurantes a domicilio y los grandes museos.
Flores que alegran la semana
Si bien ya existían antes del coronavirus, muchos los hemos descubierto ahora. Se trata de propuestas online de diseñadores floristas que ofrecen envíos a domicilio de ramos de flores únicos y originales. Se pueden encargar una sola vez o pagar una mensualidad y recibirlos en la puerta de casa cada semana o dos veces al mes. Bloomon es uno de estos diseñadores de ramos sorpresa quien, además, ofrece todo tipo de pistas para mantenerlos y secar las flores para que duren mucho más. También la florista detrás de Weekly Flower pone a disposición de sus clientes dos tipos de ramos cada dos semanas: uno silvestre y otro creado a partir de un solo tipo de flor, siempre con el factor sorpresa. Ambas empresas trabajan directamente con productores locales, lo que en Holanda, y en primavera, es sinónimo de una enorme variedad de flores difícil de encontrar en otro lugar del mundo. Los pedidos oscilan entre los 18 y los 20 euros.
Tarjetas para levantar el ánimo
Aunque sigue bajando el número de tarjetas que cada año se envían en los Países Bajos, nadie discute que esta tradición se mantiene vigente. Y es que, al parecer, Holanda es el tercer país del mundo donde más tarjetas se envían, por detrás de Estados Unidos y el Reino Unido. Sólo en Navidad, los holandeses mandaron hasta 85 millones de tarjetas de felicitación en 2017, una cifra que, quién sabe, quizás podría superarse en esta época: Post NL, la compañía de correos neerlandesa, ya ha anunciado un fuerte incremento de su actividad tanto por la compra online como por el envío de tarjetas. Y es que ya sea para dar ánimos a un amigo con el que no se puede quedar, aunque viva cerca, o para tener un gesto especial y diferente con la familia que está pasando por lo mismo en otro país, el coronavirus puede ser la excusa para estrenarse con la tradición holandesa de mandar una tarjeta. Además de las múltiples opciones que se venden en supermercados, papelerías y otros establecimientos, internet ofrece alternativas muy originales para las que no hace falta moverse del sofá. Los creadores de Happywhatever producen tarjetas de cartón que pueden convertirse en originales jarrones para una flor, tarjetas de invitación a un chat online y otras que uno pinta con la planta que más le guste. También se puede enviar un sencillo «feliz lo que sea», más que suficiente para estos días. Más conocida es la web Omapost, una iniciativa que varios jóvenes lanzaron hace años para acercar los abuelos a sus nietos, a través del envío de tarjetas mensuales en las que, con una foto y un texto, estos les cuentan acerca de sus vidas. La web se ha popularizado tanto que ahora han decidido lanzar una específica para superar esta época y animar a todos a que manden tarjetas tanto a sus abuelos como a otros mayores que no conozcan, a través de la opción «adopta un abuelo». Además, no cobrarán los gastos de envío por lo que el coste es de 1,75 euros por tarjeta, en lugar de 2,50. Para aquellos que prefieran personalizar su tarjeta, la web Kaartje2go sigue trabajando como siempre y en su página aseguran que los pedidos para envíos tanto nacionales como internacionales quedan depositados en Post NL el mismo día.
Buen cine al alcance de todos
Tal y como confirmaban los cineastas Carmen Cobos y Kees Rijninks en una entrevista a Gaceta Holandesa, este es un país donde el cine documental vende, casi tanto como el de ficción, algo que queda demostrado en la cantidad de festivales de cine que se suceden a lo largo del año. Esta semana habría tenido lugar el que rinde homenaje a la danza, Cinedans, en el museo Eye de Ámsterdam. En lugar de cancelarlo, los organizadores han decidido ofrecer todas las películas en abierto a través de su página web, hasta el 30 de marzo. También se estaría celebrando estos días en La Haya el festival Movies that Matter, fundado por Amnistía Internacional para promover los derechos humanos y la justicia social. Una selección de sus películas pueden verse a través de la plataforma Picl, que permite visualizarlas durante 48 horas tras abonar el mismo precio que para una entrada al cine (8,50 euros). Por algo más de la mitad se pueden alquilar también las películas proyectadas durante la pasada edición del IFFR (International Film Festival Rotterdam), el cual escapó la pandemia y pudo disfrutarse en pantalla grande el pasado mes de enero. Y por último, el más conocido de todos ellos, el International Documentary Film Festival Amsterdam (IDFA) ofrece 300 filmes online y totalmente gratuitos, así como otros cientos más con un bajo coste. Con esta variedad al alcance de todos, resulta fácil escapar del coronavirus y sumergirse, aunque sea por un rato, en otras realidades.
Museos que abren online
Al igual que otros tantos por el mundo, los grandes museos holandeses no han querido dejar de estar ahí aunque sus puertas se cierren: algunos como el Rijksmusem ya contaban con una oferta online de talleres y cursos de gran calidad; otros abren su colección al público a través de visitas virtuales con un valor añadido.
Rijkscreative es la página de YouTube en la que restauradores y conservadores de la pinacoteca enseñan las claves para pintar inspirándose en varios de los grandes maestros, como Rembrandt. Aptos para todos los niveles, los talleres se imparten en inglés y son de acceso libre. Como si anduviéramos por la Museumplein de Ámsterdam, el siguiente que nos encontraríamos sería el museo Moco. Si bien este no ofrece ninguna visita virtual, informa de que su jardín de esculturas permanecerá abierto para que todo el que quiera pueda «disfrutar de ellas en estos momentos de incertidumbre, en un esfuerzo por traer buenas vibraciones al Museumplein. In art we trust«, reza su web. Más allá, nos toparíamos con el Van Gogh Museum, que se vuelca en los más pequeños y ofrece una visita virtual e interactiva por los cuadros más conocidos del artista, así como un buen número de plantillas para colorear en casa. Y haciendo esquina casi enfrentada al Concertgebouw se alza la inconfundible bañera del Stedelijk museum, quien presenta Stay at Home Stedelijk: cada día, a las 4 de la tarde, postearán un documental, vídeo, podcast o audio tour de una parte de la colección, tanto en su página de Facebook como en YouTube. Además, cada semana hacen un tour en directo por el museo a través de Instagram. Fuera de la capital, la pinacoteca de La Haya, Mauritshuis, no se queda atrás y ofrece varias actividades, sólo en neerlandés, como las vídeo guías de cantantes conocidos de Holanda que seleccionan sus obras preferidas. Por último, tanto Naturalis como Nemo echan una mano a los padres y llenan su web de información de interés para los niños, desde experimentos científicos para hacer en casa hasta la historia de los dinosaurios, la Edad de Hielo o la vida de los insectos y las arañas. Pero si hay una iniciativa que se enmarca a la perfección en estos tiempos de todos en casa es la lanzada en Instagram Tussen Kunst en Quarantaine: ya son muchos los que se han animado a recrear su obra de arte favorita, eligiendo tres o más características, disfrazándose y haciéndose la foto. Insuperables.
Y la buena mesa llega a Holanda
Desde que el Gobierno de Mark Rutte decretara el cierre de los cafés y restaurantes para prevenir la propagación del coronavirus, muchos han sido los que han decidido ofertar su menú para degustar en casa. A los habituales de comida a domicilio se suman así templos culinarios con estrella Michelin que, por suerte, se podrán catar a precios más asequibles ya que con esta fórmula abaratan su menú. Es el caso del restaurante Rijks, situado en el museo del mismo nombre y cuyo menú de tres platos puede encargarse por 32,50 euros. En Haarlem, el conocido Olivijn, con una estrella Michelin, ofrece un menú diario que además se han molestado en explicar con detalle a través de vídeos muy cortos, para que el comensal no se pierda ni la atención casi personalizada del chef. En Utrecht la cocina francesa «chic ordinaria» de Noir, como se definen ellos mismos, también puede protagonizar una cena romántica en casa por 20 euros por persona; los sabores delicados de la gastronomía libanesa de Baladi harán la velada más especial a los que vivan en La Haya y la mejor cocina casera, que también tiene en cuenta a los pequeños de la casa, la sirve a domicilio y a diario en Róterdam el Bistro Belén. Varias páginas locales ofrecen un listado muy completo de los restaurantes que, excepcionalmente, sirven a domicilio en ciudades como Ámsterdam, Róterdam y La Haya. Para los que prefieran seguir cocinando ellos mismos mientras contribuyen al mantenimiento de la economía local, granjeros y otros productores de lácteos, verduras y frutas siguen ofreciendo la posibilidad de hacer los pedidos online y recogerlos en unos de sus puntos, como Rechtstreex o Boerenenburen. Un paso más es el que ofrece De Krat, que a través de sus paquetes a domicilio con productos cien por cien holandeses, propone recetas novedosas y de temporada para las que uno sólo tiene que abrir la caja y ponerse a cocinar.