Lo de mil es una forma de hablar. Pero lo cierto es que desde hace ya más de un siglo, la educación en los Países Bajos se ha caracterizado por una gran variedad en su oferta educativa: en ciudades de tamaño mediano es habitual encontar escuelas de distintos sistemas pedagógicos, desde Montessori hasta Waldorf, junto a otras católicas, protestantes, islámicas, públicas laicas o privadas internacionales. Este amplio abanico demuestra la riqueza del sistema educativo holandés, que a su vez es el reflejo de las diferentes formas de pensar del país. A partir de un currículum de materias comunes que define el Gobierno, las escuelas pueden decidir por sí mismas qué asignaturas impartir y cuáles no, un amplio margen de maniobra que empodera a la sociedad, ya que proporciona las herramientas para que la educación en la que cree un determinado colectivo esté representada y, a su vez, respaldada por el Gobierno. Esto da lugar a infinidad de escuelas distintas, entre las más de 8.000 con las que cuenta el país, de primaria (6.080) y secundaria (1.444), una diferenciación que también se percibe en su arquitectura.
Cuatro ingredientes: nivel, financiación, pedagogía y necesidades especiales
Dentro de la enseñanza obligatoria -entre los 5 y los 16 años-, existen dos grandes tipos de escuelas: las de educación primaria (Basisschool) y las de educación secundaria (Middelbare school). Además, hay que distinguir entre las escuelas públicas y las privadas, es decir, las que están financiadas por el gobierno y las que no.
De entre las escuelas públicas, un tercio siguen una línea educativa definida por el mismo Gobierno y dos tercios siguen una línea de educación especial (bijzonder onderwijs). Estas últimas pueden estar vinculadas a una religión (protestante, islámica, católica, etc.) o a un determinado sistema pedagógico (Montessori, Waldorf, Freinet, Jenaplan, etc). De las escuelas privadas destacan las internacionales, aunque las hay de más tipos. Algunas tienen una financiación parcial del Gobierno y otras son totalmente privadas. Estas escuelas suelen ser bilingües, además de tener unas instalaciones más completas, menos alumnos por aula y, por lo tanto, más atención por parte del profesorado.
Finalmente, en las escuelas especiales (Speciaal Onderwijs) para niños con algún tipo de limitación física o intelectual, las aulas tienen menos alumnos, unos 16, en comparación con el resto, que suelen tener 23. Además, disponen de unas instalaciones y profesorado más específico según las necesidades. Esta combinación de ingredientes ha dado lugar a escuelas muy diferentes, influenciadas también por la época en la que fueron construidas y por su ubicación.
Un elefante blanco en la ciudad
De Witte Olifant es una escuela primaria de pequeña escala situada en el centro histórico de Ámsterdam. Sigue el estilo de la Escuela de Ámsterdam, de las primeras décadas del siglo XX, y como era habitual en edificios públicos de la época, no fue diseñada por un arquitecto independiente sino por un arquitecto del ayuntamiento a través de los servicios municipales.
El conjunto consta de dos edificios que forman una única pieza en forma de U, de tres plantas y con dos aulas por planta. El material principal es el ladrillo, que se usa tanto para mimetizarse con la ciudad como para singularizar el edificio, dando relieve a la fachada a través de un juego de profundidades y patrones. De los dos volúmenes destaca el de Oudeschans, cuya esquina curva singulariza la entrada a la nueva calle y contrasta con la esquina recta del lado de Nieuwe Uilenburgerstraat. De entre el tono tierra del ladrillo resaltan algunos elementos de color azul, quizás a conjunto con el color del cielo, y que colonizan el interior, invadiendo las barandillas e intercalando también rojo y amarillo, casi de manera lúdica. La escalera se convierte en un espacio de juego que acompaña los niños a las aulas.
Estas tienen techos altos y grandes ventanales, que contrastan con las pequeñas ventanas de los pasillos. En los planos antiguos se aprecia que los alumnos se sentaban en pupitres individuales y que la luz venía siempre de la izquierda para facilitar la escritura con la mano derecha.
Una escuela pública con aire limpio
Avanzamos en el tiempo y hacia el sur de Ámsterdam, donde encontramos otro ejemplo de escuela primaria pero, en este caso, se trata de una escuela de educación especial cuyo nombre es una auténtica declaración de intenciones: Eerste Openlucht School voor Het Gezonde Kind (la Primera Escuela al Aire Libre para El Niño Sano). Obra de Jan Duiker y Bernard Bijvoet, quienes pertenecían a la asociación que fundó la escuela, esta promovía la educación dentro y fuera del aula en un momento en el que la transmisión de enfermedades era muy problemática. Aunque fue un enfoque pionero con varios ejemplos por todo el país, actualmente sólo se conserva este edificio.
Se trata de un conjunto de dos edificios que se integran en un bloque de viviendas del barrio, en aquel momento de baja densidad y que facilitaba la circulación del aire. Forma parte del movimiento Het Nieuwe Bouwen, de los años previos a la Segunda Guerra Mundial, y se construye con estructura de hormigón, con grandes ventanales de acero de perfil fino que permiten captar al máximo la luz solar y facilitan la ventilación, ya que se consideraba beneficioso para la salud de los niños. El edificio no sólo ofrece un centro educativo a la ciudad, sino también un espacio limpio y libre de enfermedades, un enfoque que se percibe a través de sus líneas rectas y serenas, y del color blanco.
El edificio principal contiene las aulas y tiene cuatro plantas, divididas en cuadrantes. Se sitúa en diagonal, a 45 grados dentro del patio del bloque de viviendas, de modo que una esquina queda totalmente a sur, es decir, en la orientación más soleada. Esta esquina se abre en forma de terraza para crear un aula exterior en cada planta. La esquina norte, que no recibe ningún tipo de luz, sólo está construida en planta baja. El segundo edificio, transparente para hacer visible la escuela, tiene entre dos y tres plantas, y completa el hueco de Cliostraat donde se genera el acceso.
Niños independientes y una escuela que crece con ellos
La pedagogía Montessori promueve el aprendizaje individual para que los niños aprendan a trabajar de forma independiente, de modo que en sus escuelas aparecen muchas esquinas y espacios que fomentan su apropiación para el autoaprendizaje. Además, no hay jerarquía fija entre el alumno y el profesor. En los Países Bajos hay, aproximadamente, 160 escuelas Montessori.
Construida en 1960, la escuela primaria Montessori de Delft es obra del arquitecto Herman Hertzberger. El conjunto se convierte en una pequeña ciudad donde la articulación de las aulas permite su rápida ampliación sin interferir en lo existente. De hecho, la escuela pronto se amplió y los alumnos participaron en ella como parte de su aprendizaje. Todos los esfuerzos están dirigidos a suavizar la transición entre el interior y el exterior y, siguiendo con este concepto, el patio no está cerrado sino que pasa a formar parte de la calle para ser utilizado por los niños locales.
El acceso es una plaza pública de gran altura, una conexión entre la calle y las aulas, que se articulan a través de este espacio y generan un amplio corredor central. Los elementos que encontramos antes de entrar en el aula fomentan la autonomía de los niños: unos muros a media altura delimitan el espacio donde dejan las mochilas y abrigos; unos grandes lucernarios iluminan la puerta de las aulas de forma puntual y, por extensión, al espacio público; y la puerta es como una vitrina, un escaparate que gestionan los niños y en el que muestran sus trabajos.
Una vez en el aula, esta tiene forma de L y se encuentra a dos niveles para poder así articular las diferentes áreas de concentración. Esto permite, como parte de la pedagogía Montessori, que los alumnos puedan estar realizando varias actividades simultáneamente. Se desciende hacia un área de trabajos creativos y se asciende hacia un área de mayor concentración, de modo que cada alumno encuentra el mejor sitio según sus necesidades. Las ventanas incorporan espacios de lectura para grupos menores e incluso sofás individuales.
Naturaleza dentro y fuera del colegio
La pedagogía Waldorf fue fundada por Rudolf Steiner y se basa en la filosofía antroposófica cuya principal característica es el enfoque holístico, es decir, que entiende al ser humano como un todo: en el centro están el desarrollo de sus sentimientos, su imaginación, su espíritu y su intelecto. En los Países Bajos, muchas escuelas Waldorf se llaman Vrijescholen (Escuelas libres), ya que la libertad es un concepto importante en esta pedagogía. Las impulsa la asociación con su mismo nombre y existen unas 128 en todo el país.
Un ejemplo reciente es el Marecollege de Leiden, del estudio 24H Architecten. Se trata de un edificio existente de los años sesenta reconvertido y ampliado en 2013 para albergar la nueva escuela de secundaria. El edificio se encuentra rodeado de naturaleza ya que esta conexión se considera muy beneficiosa para la salud de los niños. En los patios de los más pequeños de este tipo de escuelas, la vegetación tiene una fuerte presencia y, al mismo tiempo que se usan ramas, piedras y raíces como material didáctico, se desaconseja, hasta llegar a contraindicarse, el uso de juguetes y materiales de plástico.
Su ampliación, un singular volumen curvo en forma de ocho, conecta por un lado los dos espacios exteriores del edificio y, por el otro, los dos niveles de la escuela a través de una escalera orgánica. Como cuenta la arquitecta Marta Companys, residente en Holanda y gran conocedora de los Vrijscholen, «la forma curva es muy importante en esta filosofía ya que, especialmente en los primeros años, se asocian las formas orgánicas a lo natural». En este caso, es el elemento principal de conexión donde se junta la principal actividad dinámica de la escuela.
Se recomienda el uso de materiales naturales y, por eso, el volumen curvo está revestido con pizarra natural. En el patio, el revestimiento de la fachada está realizado con listones de madera que, a través de su relieve, crean dibujos de hojas con sus sombras. Esto permite jugar con la iluminación natural hacia el interior, que se considera importante para que se adapte a las actividades específicas que se vayan a realizar; por eso, vemos ventanas de diferentes tamaños y formas.
La estructura y revestimiento de madera le dan a los interiores una atmósfera cálida. En esta pedagogía los colores se asocian a la madurez de los niños: los primeros ciclos usan colores cálidos relacionados con las actividades activas y festivas mientras que los ciclos altos usan colores fríos, asociados con actividades que requieren un mayor nivel de concentración.