Durante décadas se ha intentado ocultar u olvidar el trabajo de cientos de mujeres que han dejado huella en la sociedad gracias a su esfuerzo y talento. La fuerza y expansión del feminismo ha fomentado su visibilidad, sin embargo, las diferencias y reconocimiento laborales por cuestiones de género en los Países Bajos siguen siendo notorias. Según datos del Parlamento Europeo, en 2020, Holanda tenía una brecha salarial de género del 14,8%, mayor que la de España (13.9%) pero menor que la de países vecinos como Alemania (20.9%) o Francia (15.5%). En 2016 David Miller, investigador de la universidad de Northwestern, realizó un estudio en el que demostraba que Holanda se posicionaba entre los primeros puestos con mayores índices de estereotipos machistas de entre los 66 países analizados. La investigación, publicada en Journal of Education Psychology, señala que uno de los factores para explicar este resultado deficiente es el escaso número de mujeres que se dedica de manera efectiva a campos de estudio históricamente asociados a los hombres, como el científico. Miller también apunta que la mejor solución para fomentar la equidad laboral se encuentra en la educación, pues es aquí donde las futuras generaciones pueden romper los prejuicios patriarcales desde la raíz. Siguiendo con esta idea de la importancia de la divulgación, este artículo presenta la trayectoria de cuatro mujeres que han marcado la historia de los Países Bajos. Mientras que dos de ellas han recibido un mayor reconocimiento social, el trabajo de las dos restantes ha quedado a la sombra de la esfera pública. Con la intención de que su labor no caiga en el olvido, en estas líneas abarcamos la vida y obra de Jantine Tammes, Marga Komplé, Eva Besnyö y Aletta Jacobs.
Marga Klompé, pionera europeísta y primera mujer ministra de los Países Bajos
Marga Klompé fue una científica y profesora neerlandesa cuya trayectoria política marcó un punto de inflexión en la historia de los Países Bajos y en la de Europa. Margaretha Albertina Maria, “Marga”, Klompé, nació en 1912 en Arnhem en el seno de una familia de clase media que durante los años treinta lo perdió todo. Esta experiencia la marcó profundamente y haría que durante toda su vida velara por los derechos de las personas más marginadas y desfavorecidas de la sociedad. Estudió en la universidad de Utrecht, pero ejerció como profesora en la Escuela Superior femenina Mater Dei de Nijmegen (Nimega) entre 1932 y 1949, y en 1941 obtuvo un doctorado en Matemáticas y Física. El estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió que finalizara sus estudios en Medicina, pero hizo que se incorporara a la resistencia de los Países Bajos, donde creó una gran red de mujeres voluntarias.
Cuando acabó la guerra, Klompé se dedicó en exclusiva a la política. Como miembro del Partido Popular Católico, precedente del CDA, en 1948 ingresó en la Cámara de Representantes como portavoz del ministerio de Bienestar y Trabajo Social. Cuatro años más tarde (1952) participó en la Tercera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas donde abordó cuestiones humanitarias y participó en las negociaciones sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos. Klompé fue uno de los miembros más implicados en la declaración y compartió escenario con otras mujeres europeas que alzaron su voz participando activamente en la formación de la misma. Entre ellas se encuentra la danesa Bodil Begtrup, quien abogaba por un lenguaje más inclusivo y apoyó los derechos de las minorías, y la francesa Marie Hélène Lefaucheuz, quien defendía la no discriminación por razones de género. Ese mismo año, Komplé desempeñó un papel esencial convirtiéndose en la primera mujer miembro de la Asamblea Común de la Comunidad Europea del Carbón y Acero (CECA), como uno de los siete integrantes originales de esta organización paneuropea.
Sin embargo, en 1956, Klompé dejo atrás este proyecto para formar parte del gobierno neerlandés de coalición de centro izquierda, dirigido por el primer ministro Willem Drees. De esta manera se convirtió en la primera mujer ministra de los Países Bajos, ocupando la cartera de Trabajo Social, cargo que ostentó en dos legislaturas, entre 1956 y 1963 y posteriormente entre 1966 y 1971. Una de sus medidas más famosas fue la creación de la Ley de Asistencia Universal, que sustituía la ley sobre la pobreza y que hizo de la protección social un derecho para todos. También trabajó en la de Ley de Asilos para ancianos y en la Ley de las Caravanas, que apoyaba económicamente a las personas nómadas. En 1971 Klompé se retiró de la esfera política y recibió el título de ministra de Estado, un honor que los Países Bajos otorga a altos responsables políticos en reconocimiento por su mérito al final de su carrera política.
Aletta Jacobs, sufragista y promotora de la salud sexual
De origen judío, Aletta Jacobs nació en Groningen en 1854, y ya desde pequeña se interesó por la medicina debido a la profesión de su padre. A pesar de las muchas trabas académicas que el sistema de la época le imponía, consiguió ir a la universidad después de convencer por carta al primer ministro de los Países Bajos del momento, el liberal Johan Rudolf Thorbeck. Se matriculó en la universidad de Groningen y el 8 de marzo de 1879 se graduó, convirtiéndose no solo en la primera mujer en asistir a una universidad neerlandesa, sino también en la primera en recibir el título de Medicina en la historia de los Países Bajos. Un año después sería la primera en obtener un doctorado.
Una vez finalizados sus estudios se mudó a Londres. Allí comenzó a moverse en círculos feministas y activistas que fomentaban el control de la natalidad. Posteriormente, se mudó a Ámsterdam, donde abrió su propia clínica destinada a personas con recursos limitados que no se podían permitir acudir a un médico convencional. Allí ayudó a cientos de personas, pero especialmente a prostitutas, indigentes y niños, pasándoles consulta gratuita.
Así, uno de los hitos más importantes de su carrera está vinculado a la mejora de la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Durante años trabajó en perfeccionar el método anticonceptivo conocido como diafragma que se coloca en el cuello uterino y cuya eficacia supera el 98%. Sin embargo, la comunidad médica neerlandesa desprestigió sus avances afirmando que sus ideas y prácticas ponían en evidencia la razón por la cual las mujeres nunca deberían acceder a la medicina. Jacobs no fue la única mujer médica criticada por sus investigaciones sobre salud sexual: Catharine van Tussenbroek, la primera mujer ginecóloga en Holanda, fue pionera en confirmar clinícamente el embarazo ectópico, por el cual el óvulo fertilizado no se desarrolla en el útero sino en las trompas de Falopio, en el ovario o en la cavidad pélvica. Estos dos hallazgos supusieron un gran adelanto científico en el funcionamiento del cuerpo de la mujer y ahora son clave para entender y controlar el sistema reproductor femenino.
A pesar de su intensa labor, después de acudir a la reunión del Consejo Internacional de Mujeres en Londres en 1899, Jacobs dejó la medicina en un segundo plano y se dedicó a la lucha feminista. En 1915, impulsó la celebración de un Congreso Internacional de Mujeres en La Haya durante el cual se fundó la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), una organización que se oponía a la guerra y que fomentaba la participación de la mujer en la escena pública internacional. Su trabajo ha sido reconocido y aclamado por las autoridades y organizaciones de todo el país y en consecuencia hay dedicadas a ella nombres de calles (en Delft o en Vlaardingen por ejemplo) y monumentos (Groningen). Aletta Jacobs murió en Baarn a los 75 años.
Jantine Tammes, destacada bióloga y primera catedrática de universidad
Nacida en 1871 en Groningen Jantine Tammes consiguió abrirse camino en un momento histórico de gran dificultad para las mujeres llegando a participar activamente en la investigación científica avanzada. Estudió en la universidad de Groningen donde luchó por su valor como profesional, aunque no se la permitiera evaluar debido a su condición de mujer. En 1896, junto a otras dos estudiantes, fundó el «club de caminantes», que dos años más tarde se transformaría en la Sociedad Femenina de Estudiantes de Groningen y posteriormente, en 1912, pasaría a conocerse como Magna Pete, la «hermandad» más antigua de los Países Bajos.
El catedrático de Botánica Jan Willem Moll desempeñó un papel decisivo en la vida académica de Tammes. No solo fue su profesor, sino que también la introdujo en el mundo laboral incorporándola como ayudante en su laboratorio. Convencido del talento de Tammes, contactó con algunos compañeros de profesión para que le diesen una oportunidad en otros laboratorios. Entre ellos se encuentra el famoso genetista neerlandés Hugo de Vries, quien al principio fue reticente a trabajar con ella. De esta manera Moll intentaba convencerle en sus correspondencias defendiendo el trabajo de la joven: «Sé que no te gusta tener a una mujer como científica visitante, pero verás que es mejor de lo que esperas; ella es capaz de trabajar independientemente muy bien y de decidir su propia dirección. Por lo tanto, estoy seguro de que no te molestará» (link de donde has obtenido esta cita). Finalmente, de Vries accedió a trabajar con Tammes, obteniendo resultados excelentes sobre todo en los trabajos que analizaban los factores promotores de la evolución biológica en las variaciones hereditarias de una especie o población.
En 1903 Tammes comenzó una extensa y cuidada investigación sobre los caracteres hereditarios de plantas cultivadas de lino (Linum usitatissimum), uno de los trabajos más importantes de su carrera. En 1919, tras mucho esfuerzo e implicación por parte de sus compañeros de profesión, Tammes se convirtió en la primera catedrática de genética de la universidad de Groningen y en la primera docente de esta especialidad en los Países Bajos. De esta manera abrió paso a cientos de mujeres cuyo deseo fuera estudiar y trabajar en campos científicos.
Tine Tammes falleció en 1947 en Groningen. En 2001 la universidad de su ciudad natal creó una cátedra con su nombre, con el objetivo de fomentar la enseñanza y la investigación en estudios de Género.
Eva Besnyö, “la Gran Dama” de la fotografía holandesa
Nacida en el seno de una familia judía en Hungría en 1910, se sabe poco de su infancia y de sus primeros años de juventud. A partir de 1928 comenzó a formar parte del mundo artístico como fotógrafa en el estudio de retrato y publicidad de József Pécsi. Dos años más tarde se mudó a Berlín donde trabajó estrechamente con el fotógrafo Peter Wellen retratando el movimiento obrero alemán e interesándose por el fotorreportaje. Allí conoció a Albert Renger-Patzsch y se inspiró profundamente por su libro Die Welt ist Schon (El Mundo es Bello). Él la empujó a realizar trabajos fotográficos de interés humano y social, adentrándola en el movimiento artístico de la “nueva objetividad”.
En Alemania formó parte de círculos sociales y políticamente comprometidos, estrechando contacto con personas como György Kepes, Joris Ivens, John Fernhout o Endre Ernő Friedmann, uno de los integrantes del pseudónimo Robert Capa. No obstante, el ascenso del nazismo la obligó a huir de Berlín y en 1932 se instaló en Ámsterdam, donde vivió hasta 1939. Durante estos años realizó numerosas exposiciones en los Países Bajos centradas en el fotorreportaje, en la arquitectura y en la moda del país. Una de sus exposiciones más reconocidas se realizó en el museo Stedelijk de Ámsterdam, cuyo objetivo era mejorar la conciencia de la fotografía como una forma de arte.
Uno de los temas más recurrentes en sus fotografías son los niños, reflejados en las calles de Berlín y Ámsterdam jugando entre ellos o con objetos de la calle. Su objetivo era transmitir como la inocencia, la felicidad y la creatividad de la infancia convivían con una época marcada por la pobreza y el auge de la violencia. Una de sus obras más reconocidas es “Niño con violonchelo”. Durante la guerra su trabajo periodístico sufrió un parón y los pocos ingresos que conseguía se debían a unas pocas comisiones privadas. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial empezó a dedicarse en exclusiva a la foto documentación.
Uno de sus trabajos más aclamados son las crónicas sobre el movimiento feminista Dolle-Mina en los años setenta. En una entrevista en 1991 afirmaba que “en un principio, la forma era más importante para mí que el contenido. Lentamente esa tendencia cambió hasta la llegada del feminismo, de repente el tema se hizo protagonista. La forma es esencial para mí. La composición es importante, y me hubiera traicionado a mí misma si no hubiera tenido esto en consideración, que por un tiempo fue así. Espero haber encontrado el equilibrio entre forma y contenido”. Murió en 2003 en la localidad de Laren.