Desde 2006, la bienal de Flamenco acerca al público de Holanda la gran calidad artística y las propuestas más innovadoras de los mejores representantes de este género tan español, en un ejercicio de exploración y descubrimiento al que cada año se suman más asistentes. La pandemia ha obligado a retrasar la edición de 2021 y a convocarla ahora únicamente online, pero la agenda promete. En directo desde el Café Berlín de Madrid y la Aceitera de Sevilla, entre el 29 de enero y el 7 de febrero se celebrarán tres conciertos y una clase magistral -de la «Madonna del flamenco» Rocío Molina- y se proyectarán dos documentales sobre la magia de Carlos Saura o del legendario guitarrista Moraíto Chico. Hablamos con Pablo Martín Caminero, contrabajista del grupo de flamenco jazz Caminero Trío, quienes tocarán para la Bienal desde el mítico café madrileño este sábado 30 a las 16.30 horas. Todas las entradas están ya disponibles en la página web del festival, y son totalmente gratuitas gracias, entre otros, al apoyo del Instituto Cervantes de Utrecht y de la AIE (Asociación de Artistas, Intérpretes y Ejecutantes).
Pablo, eres contrabajista y te licenciaste en Viena, la cuna de la música clásica. ¿Cómo ha sido tu evolución artística hasta llegar a ser un músico que fusiona el flamenco y el jazz?
Pertenezco a una familia en la que no hay músicos, así que mi etapa de formación fue extraña en cuanto a que estudié solfeo pero no toqué un instrumento hasta los 15 años. El contrabajo empecé a tocarlo con 17, experimentando con otras músicas además de la clásica del conservatorio. Llegué a la conclusión de que quería tocar un instrumento que tuviera presencia no solo en la clásica sino en las músicas de improvisación también, y el contrabajo era perfecto. Ya en Viena tocaba con todo tipo de grupos además de mis clases en la Escuela. Tocaba con los latinos, con los mariachis y también empecé con un grupo de flamenco. En esa época mi ídolo era Carlos Benavent, bajista con Paco de Lucía. Así que todas estas influencias forjaron mi manera de ver la música. Además, el terreno del “flamenco jazz” parecía (y parece) un territorio con mucho potencial creativo y mucho por hacer, y eso lo hacía aún más atractivo.
¿Qué tienen en común ambos géneros musicales o en qué medida se complementan para sonar tan bien juntos?
En ambos géneros la improvisación juega un papel importante. También el “groove” o “soniquete” son conceptos paralelos. Hay otras similitudes interesantes como que ambos se han originado en comunidades como la negra o la gitana, en contraposición con la blanca, o paya. Y también son músicas que se mantienen muy “populares”, si bien el jazz ya tiene una metodología de enseñanza comparable a la música clásica y el flamenco parece estar en ese camino. Pero la tradición oral juega aún un importante papel en ambos géneros. A la hora de componer yo me suelo basar en bases rítmicas, fraseos y giros armónicos del flamenco y en estructuras de improvisación como en el jazz.
La bienal de Flamenco de Ámsterdam se celebra desde 2006. Parece claro que en las últimas décadas el flamenco y toda su riqueza artística se ha exportado más y mejor por Europa y el mundo. ¿A qué crees que se debe este creciente interés fuera de España?
El flamenco lleva muchos años triunfando en todo el mundo. Por poner un ejemplo: ya a finales de los años 30 y 40 Carmen Amaya triunfaba internacionalmente. De alguna manera parece que la visceralidad del flamenco conecta con instintos básicos del ser humano, y aunque en muchos países no entienden las letras de los cantes se emocionan con facilidad con los espectáculos flamencos. Como bien dices el interés es creciente, eso pienso yo también, y es que el flamenco está consiguiendo mantenerse en ese plano de la intuición y no llega a sistematizarse en una enseñanza reglada, por decirlo de alguna manera.
Cuando tú y tu trío tocáis en el extranjero, ¿qué reacciones te llevas de la audiencia? ¿está la mayoría familiarizada con el flamenco jazz, lo entienden y lo viven como tú esperas?
El público que acude a nuestros conciertos está familiarizado con la sonoridad de la banda, bien sea con el trío con piano, contrabajo y percusión o con el quinteto, al que se suma el saxo y el trombón. Así que hay una parte muy reconocible, pero dentro de eso encuentran nuevas maneras de tratar la música, no solo en el plano estrictamente musical sino en el técnico: la manera, por ejemplo, de utilizar técnicas de la guitarra flamenca en el contrabajo. Parece que ese tipo de efectos tienen muy buena acogida en el público.
Por otro lado el repertorio tiene mucho de la energía visceral del flamenco que lleva a la banda al límite de su potencial expresivo, y la gente siempre agradece la entrega de los músicos. Mucha gente no está familiarizada con el flamenco jazz, pero no parece resultarles algo extraño y distante, sino al contrario: conectan en seguida con todo lo que está pasando.
El año pasado ha sido diferente en todos aspectos. Vosotros ibais a venir a Ámsterdam pero ahora daréis el concierto desde el Café Berlín en Madrid. De lo negativo ya sabemos bastante, ¿puedes contarnos algo positivo de esta situación tan extraordinaria, con lo que os quedéis vosotros como artistas?
Cada vez que hablo de esta situación me centro en lo positivo, a pesar de todos los dramas que hay. En mi caso, vivir en el campo me ha ayudado a ver este lado positivo. Por ejemplo, el parón de la actividad me ha hecho darme cuenta de la vida tan alocada que llevamos los músicos autónomos como yo, siempre con el siguiente concierto en la cabeza, la siguiente grabación, el siguiente proyecto… siempre corriendo. Parar sin perspectivas de trabajo me ha hecho poder ver toda la situación con calma. Y me ha permitido generar un proyecto tan ambicioso como el disco que acabo de grabar “Al toque” en formato de trío, en el que he adaptado grandes obras de la guitarra flamenca de la manera que yo entiendo la música. Parar también me ha hecho darme cuenta -aún más- de la suerte que tengo al poder dedicarme 24/7 a una actividad que es más una pasión que un trabajo. Ahora veo la vida con más calma y no doy nada por sentado. Es una suerte estar en un planeta que alberga el milagro de la vida.
¿Nos puedes adelantar algo de tu concierto de este sábado? ¿Qué se encontrarán los que se conecten para escucharlo?
Este sábado estrenamos el repertorio más ambicioso que me he propuesto en la vida. Es música sublime y estamos consiguiendo jugar con ella, improvisar y disfrutar. Los primeros conciertos de un proyecto siempre tienen una energía especial, te enfrentas por primera vez a un repertorio en público y hay un ambiente como de enamorarse por primera vez, de nervios y de felicidad a la vez. Espero que el público disfrute del concierto y que les genere la curiosidad suficiente para querer saber más de los grandes maestros de la guitarra de los que hemos elegido los temas. Es un repertorio muy exigente para los tres músicos, técnica y musicalmente, y a la vez es increíblemente divertido tocar esta música. Espero que el público encuentre a tres músicos felices, disfrutando de tocar algo tan especial, como niños jugando al fútbol.