La ciudad de Eindhoven esconde un restaurante en el interior de una fábrica donde tanto se puede disfrutar de unas deliciosas ostras o bailar a ritmo de funky. Radio Royaal es uno de esos restaurantes de éxito que bien merecen la fama que se han ganado. Pasen, lean y saboreen.
La localización: el barrio de Strijp-S en Eindhoven
Si en Holanda, Róterdam es la ciudad de la arquitectura, Eindhoven es la ciudad del diseño por excelencia. La historia del barrio de Strijp-S, y de esta ciudad, están íntimamente ligada a la de la empresa Philips, de la que ya os hablamos en este artículo. La famosa compañía de electrónica era la dueña de toda la zona, un inmenso parque industrial conocido como “la ciudad prohibida”, puesto que solo era accesible a sus trabajadores. Aquí es donde se produjeron las primeras bombillas, radios y televisores, pero también fue la cuna del CD y del DVD.
Cuando la empresa dejó la ciudad a finales de los años noventa, se inició un proceso de compra y recuperación del área por parte del ayuntamiento de Eindhoven y un socio privado. En el año 2006 se finalizó todo el proceso y hoy Strijp-S se ha transformado en un área donde lo moderno, lo vintage y lo industrial conviven en armonía.
El barrio es conocido como el área creativa y cultural de la ciudad, y las viejas fábricas se han transformado en tiendas, restaurantes, mercados, oficinas, start-ups, lofts y lugares donde las mentes con más inventiva pueden dar rienda suelta a su imaginación.
El espacio: una antigua fábrica
En este barrio repleto de fábricas y almacenes reinventados se encuentra el antiguo generador de energía de Philips. Un edificio con un espacio de 1.300 metros cuadrados el cual no solo conserva gran parte de la antigua maquinaria, sino que alberga una escuela de cocina, una pista de bádminton, bicicletas y un restaurante: Radio Royaal.
Radio Royaal se inició como un restaurante “pop-up” durante los 10 días que duró la “Dutch Design Week”, en el año 2012. No es fácil que un concepto emergente se consolide rápidamente, pero tal fue su éxito que los padres de la idea decidieron buscar socios para que el restaurante se estableciera de forma permanente.
El restaurante se encuentra ubicado en la planta superior del edificio y se accede por unas escaleras metálicas exteriores. El interior es un gran espacio industrial donde los generadores, cables, poleas y toda una suerte de maquinaria antigua conviven con la cocina abierta y las mesas de Radio Royaal. Como parte de la decoración, bicicletas y hasta una pista de bádminton se integran a la perfección.
El menú: de temporada y con raíces franco-germanas
La carta ofrece un menú de tres platos por 32€, bebidas aparte, aunque los platos pueden pedirse por separado si se llega con poco apetito o un presupuesto más ajustado. Se trata de platos sencillos, pero bien elaborados y con una calidad excelente, en los que priman los ingredientes de temporada.
Gracias a esa temporalidad, la carta está en continuo movimiento y suele cambiar cada semana. Aún así, tienen sus platos estrella, aquellos que quedan pese al cambio de las estaciones. Es el caso de las ostras, el flammkuchen o el pollo asado, del cual, eso sí, cambian la guarnición acorde con lo que ofrece el mercado.
Durante mi visita tuve la suerte de que tuviesen ostras de Normandía así que no lo dudé. Mi primer plato llegó con cuatro ostras generosas, carnosas y absolutamente deliciosas. Las acompañaban, aparte del consabido gajo de limón, una salsa mignonette que prácticamente no toqué, porque cuando las ostras son buenas las prefiero al natural sin ácido que las cocine.
Para seguir con los sabores marinos, mi segundo plato fue una caldeirada de roodbaars (gallineta) y almejas, un plato ligero y rico pero que, tras el sabor de las ostras, me supo a poco. Mi acompañante pidió el pollo asado, tiro seguro, que además de sabroso y jugoso iba acompañado de patata dauphine y tirabeques.
Y de postre nos decantamos por la compota de ruibarbo con crumble cítrico y helado de vainilla, completando así nuestros menús de tres platos, el cual acompañamos de agua, un delicioso vino blanco del cual no apunté el nombre (¡cosas del directo!) que nos recomendó el maître, cafés y servicio de pan. Tras el festín pagamos por todo 105€ (dos personas).
Pista: Llegar a Radio Royaal es sencillo puesto que se encuentra situado cerca de la parada de tren de Strijp-S y del Klokgebouw, otra de las famosas fábricas de Philips muy fácil de identificar puesto que tiene un enorme reloj en la fachada exterior. Merece la pena organizarse la visita para deambular por el área o disfrutar de alguno de los eventos que se organizan en la zona. De hecho, Radio Royaal se convierte de vez en cuando en un club nocturno donde los mejores Dj’s del funky se dan cita entre generadores, turbinas y cazuelas. Puedes consultar la agenda de eventos aquí.