Tanto para los amantes del vino como para los que buscan un paisaje otoñal al que escaparse, no cabe duda de que el mejor lugar para hacerlo es en el sur. Sí, en Limburgo, la región más meridional de los Países Bajos, donde el platteland (país plano) cambia por el heuvelland (país de colinas) y los colores de la naturaleza se transforman en las tonalidades doradas y tintas del vino. No por nada Albert Camus decía que “el otoño es una segunda primavera”, y eso lo saben los habitantes de las ‘montañas’ del sur de Limburgo. El sabor fuerte de la comida renace como el tanino de la bebida de Baco, y los viñedos familiares llaman a los voluntarios a darles una mano durante la ‘cosecha’ de la uva. Proponemos varias pistas para disfrutar del otoño en una de las provincias más pintorescas del país. “Otoño llévame en tus hojas”, decía el escritor neerlandés Gerrit Achterberg, y en este otoño incierto daremos un paseo por los viñedos del sur.
La vendimia en Sint Martinus
El primer viñedo que aparece en nuestra ruta es el de Sint Martinus, ganador de más de cien medallas por el sabor y textura de su vino. El último premio se lo llevó en 2019 con Johannes 2017, un vino tinto de tres tipos de uva que se encuentra en la carta de vinos de los restaurantes más conocidos de Maastricht.
Sint Martinus está ubicada en las laderas de las colinas del pueblecito de Vijlen, a pocos kilómetros de Heerlen y de Vaalserberg, la montaña más alta de los Países Bajos. La bodega, rodeada por más de diecinueve hectáreas, fue fundada por la familia Beurskens en 1988 cuando Hans Beurskens decidió intentar producir vino tinto con un puñado de uvas de su propio jardín. Con los años los viñedos se expandieron hasta crear el viñedo más conocido de los Países Bajos, que crece cada año en perímetro y variedad.
Cada año, de mediados de septiembre a mediados de octubre, la familia levanta un restaurante de temporada (pop up restaurant) llamado Wijnrestaurant op het land en el que se le da la oportunidad al visitante de degustar los más variados platos de renombrados chefs de la región en compañía de los mejores vinos de Sint Martinus.
Su lema es producir vino de forma natural, pensando en el medio ambiente, por eso el 90% de la uva que utilizan es de nuevas variedades, como las Souvignier Gris y Cabernet Cortis, para evitar el uso de pesticidas. Hay que tener en cuenta que en los Países Bajos es difícil producir vino cien por ciento ecológico por el alto porcentaje de humedad.
La bodega más antigua de Maastricht
Otra escapada muy recomendable es la que nos lleva a la antigua Bodega Thiessen en el corazón de Maastricht, a un paso del tan conocido Vrijthof. Los impresionantes sótanos datan del año 1717. Trescientos años de historia. Trescientos años desde que un mercader, Guillaume Thijssen, almacenara allí vinos destinados para la iglesia y la venta al público. Vinos alemanes, franceses, españoles, italianos y también holandeses. El lugar tiene la temperatura perfecta. El vino más añejo de la colección es uno que data del año 1900.
Desde entonces, la Bodega Thiessen ha adquirido fama de ser un lugar único en el casco viejo de Maastricht. A un paso del Vrijthof y del Markt, es una de las atracciones turísticas más recomenadas de la ciudad, sobre todo en esta época del año. Además de rutas guiadas su local tiene una terraza central en la que se organizan eventos, incluidos matrimonios, con la compañía de los mejores vinos de la ciudad. (Conviene consultar antes las nuevas medidas y restricciones de aforo)
Cada fin de semana de octubre Thiessen organiza unas catas de vino que vale la pena visitar, mediante reserva previa. Se pueden degustar hasta 25 tipos de vinos junto con varias tapas de la región.
Siete kilómetros entre siete viñedos
Noorbeek se ha convertido en los últimos años en un auténtico pueblo vinícola. A tan sólo quince kilómetros de Maastricht ofrece un paisaje ondulado, poblado de bayas y bosques. En los últimos diez años ha visto brotar vides Chardonnay de su suelo, en su mayoría, y de siete viñedos que han organizado una simpática ruta en el valle del arroyo Noor.
La ruta de los siete viñedos, de ocho kilómetros de distancia, arranca en el pueblo Noorbeek y recorre de la mano de una simpática señalización los viñedos Wijngaard Op gen Heoont, Mheerelindje, Noordal, Chritièn, Vroelenderhaag, Asberg y Bergenhoezeberg. El visitante percibe el aroma de las vides desde la lejanía, y se deja llevar por el encanto de un paisaje en pendiente desde el que se pueden ver, a lo lejos, las ardenas belgas.
En la ruta también encontramos Stookerij Norbeeck, una fábrica de licores y aguardiente propio de los Países Bajos. No por nada diría Ilja Gort que, para los holandeses, los limburgueses siempre están bebiendo, porque el vino es de acuerdo al más mediático enólogo holandés una bebida de los dioses, como se desprende de su novela titulada Godendrank.
Noorbeek (Norbik) es un pequeño pueblo en el ayuntamiento de Eijsden-Margraten, en el sur de Limburgo, en uno de los lugares más meridionales de Holanda. Escondido en el valle del Noor, tiene 1.100 habitantes y desprende un ambiente relajado junto al arroyo que da nombre al valle.
La pequeña ciudad blanca de Thorn
Este pintoresco pueblo vestido de blanco no sólo ofrece una visita placentera por sus callejuelas bien cuidadas sino que también cuenta con un variado programa de rutas vinícolas durante esta época del año. Sus estrechas calles empedradas rodean la iglesia de San Miguel (Sint Michielkerk) construida en el siglo XII para la abadía de Thorn, centro religioso en el siglo XV, y que posteriormente fue restaurada por Pierre Cuypers, arquitecto del Rijksmuseum y de la estación central de Ámsterdam.
Dar un paseo por sus calles es un placer. Tiendas de antigüedades o de productos regionales. Heladerías y cafeterías que ofrecen al visitante las mejores tartas típicas -llamadas vlaai- de la región. Y los viñedos de Wijngaard Thorn y Kessthor que venden sus productos en los escaparates de tiendas de suvenires y en los restaurantes. Thorn es un pueblo con historia y tradición. No por nada se dice “De trotse Thoear” que traducido al español diría: “el orgulloso thornés”.
Beberse un vino de Thorn es una exquisitez para el paladar, sobre todo catarlo en sus locales de degustación en el casco antiguo de la ciudad. Harry y Mieke Vorselen, fundadores de Wijngoed Thorn, cuidan al milímetro su proceso de producción, utilizando técnicas modernas y los más altos requisitos de calidad. Por su parte, el Viñedo de Kessthor ofrece un paseo por los alrededores del pueblo, partiendo del casco histórico, con cata en su bodega y la posibilidad de comer en una galería de arte al término de la caminata, de dos kilómetros y aproximadamente una hora y media de duración. El viñedo Kessthor produce vino ecológico de viñas que se encuentran a ambos lados de la frontera entre Bélgica y Holanda. Uno cata el vino en Thorn y visita los viñedos en Kessenich (Bélgica), pueblo hermano, por el que se pasa no sólo para visitar el viñedo sino también para recorrer las playas de los Maasplassen a pie o en bicicleta. Desde el 10 de enero de 2018, la Comisión Europea ha reconocido formalmente la Denominación de Origen Protegida (DOP) de la región vitivinícola «Maasvallei Limburg».
“La pequeña ciudad blanca” de los Países Bajos es sin duda un excelente lugar para pasar un día o dos durante esta temporada de abrigo llamada otoño.
Vino en una carroza
Esta ruta vinícola culmina en la visita a la bodega del viñedo Fromberg, en Ubachberg. Su historia arranca a principios de los años ochenta, cuando Paul Wiertz decidió jubilarse y confiarle a la tierra centenares de vides de uva tradicional: Müller Thurgau y Auxerrois. Con los años, los primeros experimentos se transformaron en un viñedo de éxito que conforma hoy uno de los más importantes de los Países Bajos. Ha recibido numerosas medallas por la calidad de sus vinos, y no solo han conseguido crear un vino blanco con cuerpo sino también un cava que sigue los métodos de producción de la champaña francesa.
La familia Wiertz ha creado un simpático ambiente para los visitantes. Uno de ellos es un restaurante bistró en su propio terreno; otro, una visita al Mijnmuseum (Museo de minería) combinado con una cata de vino; y el más romántico de todos, un paseo en carroza por los paisajes más pintorescos de Voerendaal y Ubachberg, escenario del Amstel Gold Race, la carrera ciclista profesional más conocida de los Países Bajos.
Fromberg está en la carta de numerosos restaurantes a lo largo y ancho del país. Desde el Crowne Plaza en Ámsterdam y De Kieviet en Wassenaar, hasta restaurantes de estrella michelín como Noble en Bolduque (Brabantia septentrional) o Da Vinci Restaurant en Maasbracht (Limburgo).